Por: Jesús T. Aldaba.
Hace diez o quince minutos que la gente joven no pasa por aquí. Me gusta mucho sentarme en esta plaza a verlos pasar, a sentirme parte de este mundo. Siempre veo a personas de todo tipo, gente alta y gente baja, gente con una sola mano o con un solo ojo. Tal vez también eh visto pasar por ahí gente sin lengua o sin dientes, pero como saberlo si ya nadie sonríe, ni siquiera los enamorados. Sabes que están enamorados porque se ven a los ojos como si sus ojos estuvieran muy detrás de sus caras y van de la mano y se besan. Todos ellos huelen a lo mismo, agrio, a una herida vieja que sangra y se rasga tan rápido como sana. El amor huele a costras en salmuera, yo creo que por eso no sonríen los enamorados. He visto pasar también a gente triste, esos me gustan. Cuando pasan huele a rosas, a vino, a pasas, a azúcar y violencia y a noches, y no a noches cualquiera, huelen a noches de octubre, con frio y remolinos, con lluvia y árboles marchitos. Los tristes son los ojos del pasado viendo hacia el futuro, son un beso de luz a mis ojos. A diferencia de los enamorados, los tristes por lo general andan solos, a pesar de su olor tan exquisito. Creo que la peste atrae y lo balsámico asusta. Se que la gente se muere. Morir, creo yo, es perder la capacidad de existir, a pesar de la carne y los huesos. Nadie quiere morirse. La vida en la mayoría de las ocasiones se trata de eso, de pelear contra la muerte, de sobrevivir. Es curioso que la gente sea de las pocas, si no es que la única, cosas vivas que pierden el propósito de vivir. Yo concluyo pues, que la gente con olor a miedo instintivo, a miedo pavoroso y vacío, son aquellas que están próximas a la muerte. Estas gentes también huelen a nostalgia, que es un aroma distinto al de la tristeza, aunque similar. Es de novatos confundir estos olores. Hay que haber olido muy poco para cometer tal error. Mis ojos no pueden ver el toque del tiempo, pero a pesar de todo, los huelo. Hace diez o quince minutos que el miedo llena de su perfume el aire. Será que hoy no vine a sentarme, será que esta es la última vez que estoy aquí, será que por eso mis ojos ya no ven lo que el tiempo toca.

