Casi viví de cerca,
pero no paré donde era.
Casi te tuve dentro,
pero no recorrí ese anhelo.
Déjame ver si te entiendo,
que no me parece concreto,
el estrellar mi pelo en tu pecho.
Y ayúdame a perpetuarlo,
que los insonoros aullidos
no me dejan concentrarme.
Y líbrame de los males,
así como en esas jaculatorias,
las que siempre replicabas.
Pero si el nombre no basta,
si la plegaria no vuelve carne,
¿a quién más debería invocar
para que permanezcas?
Si el tiempo no te guarda,
si mi voz no te alcanza,
¿quién podrá retenerte
cuando el silencio avance?
Solo yo, en mi desvelo,
mordiendo lo que no tengo,
repitiendo tu nombre
como si así volviera el eco.
Por: Meritzi

