Por: Esau A. Ramos
La extraño tanto desde el primer día de su partida.
Extraño su voz resonando a través de las ventanas pronunciando mi nombre llamando a la ayuda para batallar con aquellos ingredientes y convertirlos en deliciosos platillos. Extraño sentir su mano reburujando mi pelo mientras lavaba las mías para comenzar a cocinar. Extraño sus hermosos ojos dándome una mirada llena de ternura mientras yo torpemente regaba la harina por toda la mesa.Extraño las visitas de domingo, bajar del auto y salir corriendo hacia su recamara, dónde estaba recostada viendo televisión, recibir su cálido abrazo y ese beso en mi mejilla que me hacía sentir tan bien. Extraño jugar en el jardín mientras usted estaba en aquella silla de ixtle bordando alguna bufanda y extraño correr a su lado para contarle cualquier pormenor o cualquier descubrimiento de ese mundo.
Extraño cuando vivíamos juntos, antes de ir a la escuela entrar a su cuarto y despedirme con su abrazo y su mano haciendo unos ya diestros movimientos para darme su bendición en el día. Extraño salir de la escuela, ir al a tienda por una bolsa de chetos azules y llegar a casa para sentarme a su lado y disfrutarlos con usted mientras mirábamos la novela en turno. La extraño diciéndome que ya durmiera mientras yo no dejaba de jugar con cualquier cosa que me encontraba. Extraño su voz, sus manos, sus ojos, su sonrisa, la extraño cada día de mi vida.
Sé que nos volveremos a ver, veré sus ojos mirándome con aquella inmensa ternura mientras su mano despeina mi cabello, volveré a escuchar su dulce voz diciendo mi nombre, volveré a sentir sus brazos rodeando mi cuerpo mientras besa mi mejilla, volveremos a conversar por horas y sé que escuchará atenta cuando le cuente todo lo bueno y malo de mi vida, volveré a sentir su amor y su cariño que tanto me hace falta.
Mientras tanto la sentiré y viviré en mi día a día. La viviré en el viento que mueve mi cabello y en el cálido sol de verano que me abraza. La viviré en las flores, en sus colores y su aroma. La viviré en las reuniones familiares, en las comidas, los abrazos, en los bailes, las risas y en los niños que corren y juegan por toda la casa. La viviré en cada abrazo y beso maternal.
Mientras nos volvemos a ver, le envío estas palabras hasta el cielo. La amo con todo mi corazón abuelita Chole.

