Desolación

Por: Meritzi✍/

Amelia estaba recostada en el piso de su habitación. Sentía el frío en su espalda; eso le hacía recordar quién era, porque lo olvidaba. Pero no esta vez. Su mirada estaba pérdida, ausente. Intentaba volver, pero su mente no se lo permitía. ¿Serían cuestión de minutos, tal vez horas, en las que Amelia volvería a ser Amelia?

Ella estaba acostumbrada a eso, sin embargo, le costaba asimilarlo. No quería seguir ahí. De la única cosa que estaba segura era de eso. Saldría de alguna u otra forma. ¿Qué más daba? Si nadie la notaba, el cómo lo solucionaría no afectaría ni beneficiaría a nadie. Había una infinidad de cosas que la atormentaban. Su cabeza era una maraña de pensamientos: no parecían tener un principio o un fin. La agotaban.

Ella estaba cansada, no podía dormir. No recordaba la última vez que lo había hecho de forma natural. Y eso era lo único que quería. Era lo único que en lo que tenía esperanza. Quería dormir.

Su nariz estaba familiarizada con el ardor, a menudo se enrojecía y sangraba, pero eso la hacía descansar. Amelia seguía donde mismo; su cuerpo se percibía inerte. El estar ahí la hacía pensar algo en específico: cerrar los ojos. Era lo primero que se le venía a la mente luego de que su nariz sangraba. Pero, en aquella ocasión, resurgió una idea que había estado almacenando. Ella estaba decidida, por fin lo haría. Rodeó desesperadamente su brazo con un torniquete viejo y, casi al instante, una aguja atravesó su vena. Al poco tiempo, su mente dejó de hacer ruido. Amelia consiguió dormir, ya no habría más preocupaciones. Ya no pensaría más.

Ya no le dolería.

Ya no existiría.

La Revista de Arena

"La arena como el tiempo es infinita y el tiempo como la arena borrará mis huellas y perderá mi rastro"