Por: Alejandra Torres.
Las ideas de que existen tanto un progreso como una felicidad se han establecido como proyectos a futuro dentro de nuestra sociedad. No se nos es difícil vislumbrar que estos ideales aparecen a simple vista tanto en un ámbito colectivo como individual. El progreso, -podemos recordar- es algo de lo que siempre se nos habla cuando entramos a charlas sobre el futuro de la humanidad o de nuestro objetivo en tanto colectividad, mientras que la felicidad se nos muestra como un último fin de todas las acciones que realizamos a lo largo de la vida, incluso como recompensa. Frente a lo último podemos pensar en las religiones cuya principal promesa y salvación (felicidad, paz) no se encuentran en esta vida, sino después de la muerte. Por consiguiente, estamos atados al sufrimiento de esta vida, pagando por los malos o inapropiados actos cometidos por nosotros mismos o por nuestros primeros padres o antepasados.
Por otro lado, uno de los objetivos fijados por varios de los grandes grupos políticos y/o sociales a lo largo de la historia es llegar a un gran progreso de carácter colectivo. Sin embargo, vale la pena preguntarnos si estos ideales son posibles o se quedan ahí en un inalcanzable mundo de las ideas1, es decir, en algo a lo que nunca podremos llegar a obtener. Asimismo, nos asalta la idea de que la instauración de estos grandes proyectos humanos tiene la posibilidad de ser simplemente ideales que nos hacen privarnos de un presente actual a favor de un futuro que cada vez se ve más borroso y menos prometedor. De la mano del pensador Walter Benajmin2 (1892-1940) trataremos de indagar sobre las dudas que nos asaltan frente a la visión de un futuro desolador, en donde el progreso y la felicidad parecen cada vez más lejanos.
Al interior de las Tesis sobre el concepto de historia -obra publicada a dos años de su muerte-, Walter Benjamin escribe una tesis que resulta interesante por la variedad de interpretaciones que se le pueden dar. La tesis nueve se trata -primeramente- de la caracterización del cuadro Angelus Novus de Paul Klee. Benjamin escribe sobre éste:

Angelus novus, pintado por Paul Klee en el año de 1920
…se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto al pasado.
-(Benjamin, 2018, 44).
Benjamin no hace una simple descripción de la pintura de Klee, si no que nos ofrece una interpretación en donde aparece la figura del ángel de la historia, otorgándonos una visión del pasado y con ella del tiempo, y en el que ya podemos apreciar cómo es que ve la Historia el pensador alemán.
Según Stefan Gandler3, en la tesis novena, el ángel no sólo mira hacia atrás como lo menciona Benjamin, pues aun siendo orientado hacia atrás es arrojado hacia adelante, o, mejor dicho, es arrastrado por un huracán al cual muestra resistencia. La figura se presta a la interpretación, la de Benjamin es enriquecedora ya que muestra un análisis del tiempo. Nos enuncia que el ángel se orienta hacia atrás, hacia el pasado, y sin embargo, esto no es muestra de oposición al futuro, antes bien hacia el futuro es donde nos dirigimos incontrolablemente pese a nuestro deseo de detenernos en el presente con vistas al pasado. A la fuerza del huracán hacia el que estamos arrastrados y sometidos Benjamin le llama progreso:
«Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso.»
–(Benajmin, 2008, 44-45).
Con lo anterior, podemos observar que para Benjamin el pasado tiene una densidad distinta que el futuro. El futuro es inexistente, no es, ni existe. Para ojos de Gandler es incluso innombrable: “…el futuro no es solamente innombrablepor no ser perceptible o entendible, así como se explicó en la parte epistemológica, sino porque no existe” (Gandler, 2011, 44). Si el futuro no existe, es menester, preguntarnos si el progreso acaso tiene una existencia. Este es el meollo de la situación, preguntarnos si tal cosa como el progreso tiene existencia, o si no es más que un proyecto sin sustento ni fundamento fabulado por la sociedad, que cree en la existencia de un progreso económico, tecnológico o social.
Es sabido que en el marco de la sociedad y, dicho sea de paso, capitalista, se nos ha prometido un futuro brillante como humanidad, frente a esto Benjamin pone en tela de juicio si este gran ideal acaso tiene sustento, acaso tiene existencia, pues recordemos que el pasado es el que tiene un peso más denso que el mismo futuro. La misma historia es orientada hacia el huracán que promete un futuro, un progreso. El gran proyecto de la humanidad descansa en la gran esperanza de que una cosa como el progreso exista.
El futuro y el progreso son los objetos que con frecuencia se tienen en consideración para un proyecto colectivo, como lo puede ser en el sistema capitalista, y no solamente en este sistema, si no también podríamos pensar en una socialdemocracia.
Se tiende hacia el futuro porque se cree que se llegará a un estado mejor. Es fácil poder vislumbrar cómo es que la sociedad se fija proyectos que muchas veces le hacen privarse de cosas con el fin de alcanzar un estado de bienestar a futuro. Esto es uno de los puntos que Benjamin pone en cuestión, la concepción de un tiempo que tiende hacia un futuro prometido, en donde se pasó de una salvación en el más allá en una salvación del más tarde, del “a futuro”. Es decir, de un más allá de carácter religioso a una salvación en donde se tenía que ir hacia un futuro para alcanzar un bienestar como sociedad, una cima del progreso, el cual resulta ser un progreso construido con base a un tiempo homogéneo y vacío, en donde las experiencias particulares se vuelven equiparables y medibles. Y en donde en estas vidas y experiencias particulares son influenciadas por una idea de progreso y un deseo por un bienestar, ya no sólo de la sociedad en común, sino en la vida de las personas particulares.
Habrá que recalcar que para Benjamin, lo único que es existente es el presente que ha sido resultado por un pasado. De esta manera, es patente la crítica hacia un futuro en una sociedad que se ha visto tornado hacia éste y en la que es imposible detenerse en el presente, así se muestra el ángel de la historia, incapaz de parar, el cual: “…quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido” (Benjamin, 2008, 44).
Creemos que la crítica de Benjamin se da en el marco de una crítica hacia estas ideologías, pero que, de igual manera, puede ser una crítica hacia las formas de vida de personas particulares que son también influenciados por estos objetivos a futuro y que son parecidos a los que se han tenido en la ideología imperante occidental. Uno de los ejemplos es el ideal de la felicidad o bienestar personal. En este sentido, podemos observar dentro de nuestras circunstancias que la felicidad es un ideal que se he puesto para una superación personal, el cual se posterga hacia el futuro y en el que incluso se trabaja para la obtención de ello. Estos objetivos son puestos por la misma sociedad que obedece a un proyecto en el que de algún modo se incluye a las vidas de las personas. Es decir, los proyectos del sistema van paralelos con los proyectos de orden personal. En los dos podemos ver objetivos hacia futuro, ya sea a niveles sociales como personales –impulsados e influenciados por ella misma-. El futuro retumba en las vidas no sólo sociales sino personales. Sin embargo, creemos que es pertinente de nuevo realzar la crítica que hace Benjamin al tiempo con objetivos progresistas y con ello en vistas al futuro. De esta manera, si se toma en cuenta la felicidad desde el marco de lo esperado por sistemas que ni ellos mismas tienen la certeza de un progreso, valdrá la pena preguntarnos en qué se basa nuestra idea de felicidad, qué tan genuina es y qué tan viciada ésta por ideales que se ven más borrosos.
Estas interrogantes nos hacen dudar sobre si esta felicidad obedece a sistemas o proyectos que nos hacen privarnos de los goces o del bienestar del ahora -si es que eso es posible-. Habrá entonces, que detenernos y dudar del progreso, pero no solamente eso, habrá que dudar del progreso y de la felicidad que parecen correr paralelos en estos sistemas. Incluso podemos ser más punzantes y poner en tela de juicio la misma existencia del futuro, preguntarnos si es que la existencia de tal cosa es. Benjamin nos ofrece una crítica que retumba hasta nuestros días ante la visión de un mundo cada vez más caótico y poco certero. Nos hace dudar sobre el progreso e incluso de la idea de felicidad influenciada por el primero. Asimismo, nos hace sentir un poco de angustia frente a una concepción de tiempo en el que incluso el presente se nos escapa de las manos y en el que somos incapaces de detenernos.
1 Recordemos la teoría gnoseológica de Platón, en donde la realidad está escindida entre el mundo sensible y el mundo de las ideas. En dicha teoría habrá que realizar un esfuerzo para alcanzar el mundo de las ideas y salir del mundo de las copias, las cuales no tienen verdad ni esencia absoluta.
2 Filósofo y ensayista alemán cuyas principales obras son Tesis sobre el concepto de la historia (1942) y La obra de arte en la época de reproductibilidad técnica (1936).
3 Gandler, Stefan. Para un concepto de no lineal de historia. Reflexiones a partir de Walter Benjamin.
Bibliografía:
-Benjamin, Walter, Tesis sobre el concepto de historia, Traducción de Bolívar Echeverría, Editorial Itaca, México, 2008.
-Forster, Ricardo, W. Benjamin TH. Adorno El ensayo como filosofía, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1991.
-Gandler, Stefan, Para un concepto de no lineal de historia. Reflexiones a partir de Walter Benjamin, Estudos e Pesquisas em Picologia, Rio de Janeiro, V. 11, N.1, 2011 pp.56-102
-Sontag, Susan, Bajo el signo de Saturno, Lasser Press, México, 1981.
