Me salpica la brisa de tu risa instantánea.
Véndeme un perro, límpiame el rubor
de los espejos retrovisores.
Me salpica el esputo de tu prisa instantánea.
Juega la luz en el delirio de la ciudad en fiebre.
Sangran al aire el trigo, la cebada y la avena.
La tierra sangra brumas y espumas aéreas
en esta violenta noche para los espectadores vampíricos.
Por: Jesus T. Aldaba.

