Al Fin

Por: Esau Aldaba Ramos

Ilustración: Gissel Flores

Cuando despertó estaba recostado en el piso, abrió sus ojos y se levantó apoyándose en su rodilla derecha. Se tocó la frente para sobrepasar aquel leve mareo que sintió y una vez que pasó echó un vistazo a su alrededor. Se topó con un paisaje triste y desolado, no veía nada más que un suelo gris de apariencia arenosa, con pequeñas ramas espinosas que brotaban de entre aquella arena. Observó inerte aquel desolado paisaje hasta que un escalofrío penetró en sus huesos y los hizo estremecerse, dio un paso hacia atrás pero su pie se posó sobre una de esas ramas clavándose las espinas. Dio un pequeño salto y levantó el pie para sobarse las pinchaduras, y se dio cuenta en ese momento que no llevaba ni zapatos ni calcetines, miró a su alrededor intentando encontrarlas, pero fue en vano.

Se puso entonces a caminar un rato para inspeccionar el extraño lugar mientras intentaba olvidar el frío en sus huesos y el dolor de aquellas pinchaduras, cuidando atentamente no pisar una de esas ramas otra vez sin mucho éxito. Mientras avanzaba por aquel lugar trataba de descifrar el cómo había llegado ahí. Venía a su mente haber llegado a casa de su padre después de la preparatoria y haber esperado alrededor de 2 horas hasta que él llegó. Le saludó como de costumbre, con un «¿Cómo estás?» y un abrazo frío y vacío igual que todos los que se daban desde hace mucho tiempo. Se sentaron a comer mientras charlaban y quién sabe en qué momento de la conversación comenzó el sentimiento de culpa y de rabia hacia el mismo. Recordaba haber terminado de comer, salir de la casa y caminar de prisa a casa de su madre, llegar a la casa y haberse recostado en la cama mientras lloraba de una forma incontrolable. Y ya, era todo, intentaba recordar qué había pasado después pero no lo lograba por más que trataba.

Cuando volvió en sí, se había percatado que había caminado bastante, no sabía si fueron minutos o incluso horas, había perdido por completo la noción del tiempo, echó un vistazo alrededor y no noto cambio alguno así que decidió seguir caminando un rato más. Continuó dando sus pausados y cautelosos pasos mientras intentaba descifrar qué era aquel lugar. Nunca había visto algo así, el suelo gris con esas pequeñas ramas, no había rocas, ni agua, ni ninguna clase de vida animal o humana, nada. No había nada en cielo tampoco ni siquiera el reflejo de una estrella, la luna o el sol, parecía estar rodeado de completa oscuridad como si de pronto un ser todopoderoso hubiera presionado un interruptor y todo en el espacio se hubiera apagado y con ello toda clase de vida se hubiera esfumado dejando tan solo un viento gélido que hacía aún más siniestro aquel lugar.

Camino unos cuantos pasos más cuando vio a lo lejos una figura que se acercaba hacia él, se quedó quieto por un instante atónito ante lo que veían sus ojos, había algo más allí, alguien más, no estaba solo como pensaba. Clavó su mirada en aquella figura hasta que se acercó lo suficiente y pudo notar que se trataba de una mujer.

-Hola. ¿Cómo estás?

Le preguntó aquella mujer. Quedó desconcertado intentado asimilar aquella extraña situación, añadiendo el hecho de que por alguna extraña razón aquella voz le brindaba tranquilidad.

-B..bi..en.

Titubeó mientras dio un par de pasos deprisa para alcanzarla.

-No pensé que te vería tan rápido por aquí.

Dijo ella mientras seguía caminando sin apartar la mirada del frente.

-¿Cómo?

Preguntó el atónito ante las palabras de aquella mujer.

-No me malinterpretes. Por supuesto que supe que te vería aquí, pero no esperaba que fuera tan rápido.

-¿Quién eres y por qué dices que me esperabas?

La cuestionó

-Digamos que soy una vieja conocida y te esperaba porque todos siempre vienen aquí. Pero cuéntame ¿por qué llegaste aquí tan rápido?

-Pues… En realidad, no recuerdo y lo he intentado, pero todo está en blanco, bueno, recuerdo haber llegado a mi casa llorando y haberme acostado en mi cama, pero nada más. Después me desperté aquí, en este extraño lugar.

-Ya veo, aún estás confundido. Pero dime, ¿Por qué llorabas antes de quedarte dormido?

-Es una larga historia. Digamos que desde que me fui a la casa con mi madre la relación con mi padre es… complicada.

Dijo mientras su rostro se tornaba melancólico.

-Lo siento mucho, la vida es difícil ¿Cierto?

-Muy difícil, sobre todo cuando empiezas a crecer, y todo se va a la mierda.

-Vaya, parece que sí fue muy dura tu vida. Dime qué fue todo lo que pasó.

Le dijo dándole un vistazo de reojo.

-Bueno, pues es más que obvio que la vida es así. Cuando eres niño todo marcha de maravilla, vas a la escuela a disque aprender, juegas, Ries y te diviertes con tus amigos, claro, aunque nunca falta el imbécil que busca hacerte daño, pero siempre cuentas con tus amigos que te defienden. En la tarde no haces más que lo mismo, jugar y reír con tus padres y hermanos y un par de primos inseparables, un cuarteto que se volvía un ejército en momentos de emoción.

-Si, es algo maravilloso ver a los niños revoloteando, siendo felices. Sabes, en algún tiempo yo solía ver a un trío de niños jugueteando y revoloteando por toda mi casa y bueno que puedo decir me daban ánimos de vida.

Una pequeña sonrisa se esbozó en el rostro de ambos.

-La infancia es genial. Pero como dije ¡Todo se va a la mierda cuando empiezas a crecer y llegan los malditos problemas!

Sus ánimos habían bajado por completo.

-Siempre los años vienen con sus problemas, pero aquí me tienes a mi para que me los cuentes, anda.

-Pues primero los típicos problemas de adolescentes, peleas sin sentido entre amigos, y demás tonterías que para entonces parecen ser las cosas más complejas del universo. Y bueno, ya en cosas más serias…- su voz tembló un momento- …expresar tus sentimientos se vuelve complejo, sobre todo los amoroso, estar con esa persona que amas se vuelve imposible cuando todo el mundo te dice que estás mal y es un pecado.

-Las personas pueden llegar a ser muy crueles con los otros.

Dijo ella regalándole una mirada que le otorgó cierto confort.

-Continua, como te hacía sentir aquella situación.

-Pues te hace sentir repudio y odio hacia ti mismo, y todo empeora cuando tu sostén, tu familia se desmorona.

Comenzaron a brotar un par de lágrimas de sus ojos.

-Comienzan las peleas, los gritos y todo se agrieta, tus hermanos parecen cada vez más distantes y todo se separa cada vez más hasta que se desmorona.

-Te comprendo, todo tu mundo se puso de cabeza, tu familia se rompió. Y, ¿Qué pasó contigo después de aquella separación?

-Todo cambió, yo me fui con mi madre, y mis hermanos, bueno uno de ellos se quedó con mi padre y el otro, pues solo lo veo los fines de semana.

-Te llevas bien con ellos ¿No?-

-En realidad ya casi ni nos vemos e ignoramos el cómo se sienten los otros. Jamás les he preguntado cómo se sienten o si necesitan charlar, y ellos tampoco a mí, creo que preferimos ignorar el tema lo más posible.

-Es algo realmente triste que después de crecer toda su vida tan unidos se ignoren por completo.

-Ya lo sé, los extraño.

Dijo mientras dejaba escapar un leve suspiro.

-Y con tus padres ¿Cómo te llevas?

Preguntó mientras lo miraba a los ojos.

-Con mi mamá es complicado, solo nos vemos un par de horas por su trabajo y los momentos que nos vemos por la noche antes de dormir platicamos solo de que hice en la escuela y ella en el trabajo y uno que otro día ella se rompe y comienza a llorar y a desahogarse.

Seguían rodando lágrimas por sus mejillas.

-Y con Él, pues, después de que mi hermano se fue a la universidad, casi siempre que voy a la casa no está. Y los pocos días que nos vemos me pongo mal, muy mal.

Su voz se quebró nuevamente.

-¿Por qué?

Lo cuestionó al tiempo que detenía su caminar.

-Porque siempre soy yo el culpable de todo, de la separación, de que mi madre termine agotada al final del día por tener que pagar todas las malditas deudas, de que mis hermanos me abandonaran, se olviden de mí y ni siquiera sepan como me siento. De que mi padre me desgaste siempre con cada discusión y me diga lo inútil que soy, que mis tías me detesten por abandonar a alguien que ni siquiera muestra interés en mí y de que mi vida sea un completo desastre por no poder ser normal y ser una aberración. Ya no podía soportarlo más.

Detuvo su caminar, su cuerpo se debilitó y en su mente toda aquella situación se esclareció. Supo dónde estaba y cómo había llegado ahí.

-Me odio, soy una aberración, y todo se desmoronó por mi culpa. Y ya no podía ya no quería sufrir y estar ahí.

-Sus palabras se ahogaron en un llanto desgarrador, mientras caía al suelo sobre sus rodillas

-La vida es dura, de eso no cabe duda, pero debes saber que tú eres una persona maravillosa, por amar a quien tu corazón decide, por querer a tus hermanos hasta el final y siempre demostrárselos a tu manera, por amar y perdonar con todo tu corazón a tus padres a pesar de todo y por estar con tus amigos hasta el último segundo.

Se sentó a su lado, lo abrazó y él se recostó y recargó su cabeza sobre el regazo de aquella mujer.

-Descansa hijo, al fin estás aquí a salvó conmigo.

Por fin las pinchaduras de aquellas espinas habían dejado de doler, el frío no calaba más en sus huesos y su alma por fin había encontrado paz en medio de aquel paisaje tan abrumador. En medio de aquella imagen tan amorosa, de entre la arena sin vida, brotó una bella rosa blanca.

La Revista de Arena

"La arena como el tiempo es infinita y el tiempo como la arena borrará mis huellas y perderá mi rastro"