Por: Jesús T. Aldaba
Desde hace rato siento que respiro más de lo que camino, y que me esparzo sobre la tierra a cada paso que da la noche. Se me escurre la luz sobre los peñascos y las yerbas y veo mi nombre a cada paso que doy. No me voy a detener, hoy no, hoy es todo o nada, hoy me dejo la vida en donde sea y como sea, pero seguiré mi camino, contaré mis pasos, uno más, vamos, un paso más, con fuerza. Arrastra tu inútil cuerpo malgastado, erosionado con esta tierra sagrada que llora agua bendita. Déjate este medio cuerpo sobre las piedras y la tierra que flagelan, que hieren mientras te empujan hacia arriba. Que intercambio tan injusto, un pedazo de mi a cambio de cada paso y yo me pregunto sí quedará alguna parte de mi cuerpo que valga la pena para arrodillarme cuando por fin esté al pie de la cruz. Alguna parte de mi alma debe llegar a tu pie para que todo esto importe, pero si no llego a verte sabré siempre lo mucho que me desquebrajé sobre esta tierra bendita solo para llegar a verte.

