A dónde vamos, no necesitamos puertas.
A dónde vamos, no existen las ventanas.
A dónde vamos, no hay contornos en las lágrimas.
A dónde vamos, los ojos son fotografías.
A dónde vamos, reírse es un arte marcial no táctil.
A dónde vamos, no existe la gravedad, pero se camina.
A dónde vamos no existe lo simple
y allá a lo lejos, de nuestras huellas
se cosecha lo complicado.
Caminamos siguiendo el aroma de la luz,
los pasos de la nada
y a cada paso se nos envenenan los relojes,
se agitan sus corazones, laten más a prisa.
A dónde vamos venimos
y vamos de regreso también
hasta que dejemos de hacerlo,
hasta que nos olvidemos de caminar,
hasta que no haya nada más que hacer
que no hacer nada, ni siquiera a nosotros
hasta que no haya nada más, aunque no haya nada más.
Después de serlo todo… seremos nada.
Por: Jesús T. Aldaba.

