Los imbéciles

Primero, imaginaron líneas sobre la tierra
los mismos que cosecharon las manzanas rojas.
Frutos sangrientos, regados con el llanto y miedo
de los nacidos fuera de sus límites ficticios.

Se autodenominaron visionarios, salvadores
y se creyeron dueños del caudal y del polvo.
Enmarcaron la transmutable transparencia,
la falta, la ausencia y se la ofrecieron al ciego.

El cáncer, la putrefacción y adicciones neón
de clores vibrantes las engullen por borbotones.
Cinco litros de vida arrebatados al mundo,
para regar el jardín de los riñones de miel.

Caminan soberbios, abrigados por la muerte.
Con la desesperación colgándoles del cuello.
Como bardas publicitarias andantes, tristes.
Arrastrando el nombre de sus verdugos favoritos.

La luz ketamínica les masturba los ojos,
susurrando versículos de quince segundos.
Mostrándoles sus sueños, con actores extraños
y prometiendo un jardín, a costa de costas plásticas.

Han perdido los matices, los puntos intermedios.
¿Somos o no somos? Se preguntan sin saberlo.
Cambiaron la paloma blanca por un par de palomas grises.
Ya condenadas al fracaso, con plata en la sangre.

Por: Pablo A. Ramos

La Revista de Arena

"La arena como el tiempo es infinita y el tiempo como la arena borrará mis huellas y perderá mi rastro"