La rubia II

De los pétalos que todavía penden de esa maraña,
más parecida a un diente de león que a una flor,
el que atañe a ti, es aún el más nítido. 

Ruego al tiempo que no lo marchite,
que no sople tan feroz, porque los sentidos
flaquean incluso a los veintes.

De tu voz un retazo, de tu piel un suspiro
y de tus ojos esta herida,
abierta cuando tus piernas me regalaron el último abrazo.

Que se seque el nombre de los días,
que se pudran las fronteras de los meses,
que el verano se mezcle con mi infancia
y que el tallo se doble.

Pero ruego nuevamente,
que no sea arrancado tu olor, tu silueta, tu nombre.

Por: Pablo A. Ramos

La Revista de Arena

"La arena como el tiempo es infinita y el tiempo como la arena borrará mis huellas y perderá mi rastro"