Escribo hoy
porqué no hay nada mejor que hacer, Ana,
yo sigo aquí con mi mierda insustancial,
en diferido claro.
Con mis alusiones en metáfora
y con el reloj picándome las costillas
a pesar, claro, de que no hay nada mejor que hacer.
Y yo sigo preguntándome quedito,
con susurros al oído me pregunto…
Como si no tuviera nada mejor que hacer
aunque no lo halla, pero lo hay.
Afuera todo gira con una precisión terrorífica
como si fueran piezas perfectas de algún teorema,
letras de un alfabeto que cuentan solamente una historia.
Todos van por ahí con la puta boca en la frente
y la mirada para adentro como asustados.
Van por ahí con sus salvavidas imaginados
o con sus cuadernos hechos con billetes de mil
o de la denominación con la que se hagan.
Hoy no hay mejor cosa que hacer que escribir o beber,
o salir y beber, o escribir y beber o solo escribir
o solo beber, pero hoy en especial, en este día rojo carne,
no hay nada mejor que hacer.
Por: Jesús T. Aldaba
