Es excitante en el pecho la sensación de primavera en otoño, del brillo de una linda sonrisa calando en la retina, del sabor a alcohol acompañado de un beso.

Será por eso, que hoy soy preso del peso de tus besos en mi cuello, y cómo ello expresa cariño y deseo. Sopeso el pesar de dudar de aquello que se tenía por idealizado y no marcado.

Me acostumbré a tenerte entre mis brazos, a sentir tu cariño, a quererte en cada suspiro, pues fue más bravío el romance de un mes y días, que el de años y varias poesías.

Y tú, como una enredadera en primavera, que brota y se aferra a este corazón que escurre gotas de otoño y pasión, y que gota a gota crece como una fantasía que me atrapa y me acaricia. Tú, como una melodía loca que me hace bailar entre sus notas, que me hace sudar y jadear al terminar la última nota.

Ahogándome en tus curvas, vuelo y caigo al filo de tus piernas, a esa calidez que en ti se esconde entre risas y perfume. No quisiera que esos recuerdos los pierdas, ni que tampoco pierdas este trozo de mi corazón que en estos versos se encuentra.

El tiempo apremia, y quizá el tiempo aún no era el adecuado, y si lo era, espero que no hayamos fracasado. No pude pensar que pudiera encontrar en este lugar un alma como la tuya, que me maravilló con incontables detalles, la manera en tu forma de cantar, de besar, en tu forma de amar y de ser feliz

No desecho la posibilidad que en la eventualidad de una vida que corre, gira y cambia como remolino vivaz, lo que entre nosotros quedó, florezca como las flores después de invierno, como una nueva llama en el infierno, y si por quererte el averno espera, me serviré una copa de whisky y caminaré por sus caminos y carreteras.

Hace tanto tiempo que de mi interior no escurrían versos, como los que escribo en esta noche, como los que se escapan de mi alma turbia con sentimientos a derroche, de esos que se sienten como besos.

Yo te seguiré queriendo, seguiré amando a mi primavera, que paciente espera un otoño que tarde o temprano llega.

Por: Dios en Ruinas