Relativo

I

¿Escuchas esos pájaros José?
Hace ya rato que nos escuchan.
Vete a sacarlos de la casa José,
sácalos para que me dejen dormir.

Estoy muy cansado como para sacarlos yo.
Vengo del arenal y quiero descansar.
No quiero que nos escuchen.
Tú estás joven, no te duele nada,
ándale mijo, sácalos de la casa.

II

La mente de José se ha petrificado.
Los huesos de José se han vuelto de metal.
Su cuerpo asustado le abraza el corazón.
Una voz cansada lo hace emerger de su mar,
un mar tan azul como el cielo
y un cielo tan solo como un náufrago.

En la hora de José, en la hora de la voz,
hay burbujas de lágrimas en el aire,
las lágrimas de un hijo que llora por su padre
y el aire de un padre llamando el nombre de su hijo.

III

Un hombre piensa en su familia.
El sudor le cubre el cuerpo cansado,
las caras tienen nombres,
y el sujeta la cruz en su pecho
y los llama en silencio
y los guarda entre sus labios con precaución.

Su mirada cuelga entre las ramas de un mezquite
y entre la fresca brisa del descanso
piensa; “yo escucho el alegre cantar de los pájaros libres,
ellos escuchan el cantar triste de la necesidad del hombre,
su música es la música del monte y ahora van a escuchar
la música de la muerte.” Disparos y súplicas
se comenzaron a escuchar.

Por: Jesús T. Aldaba
Fotografía: Pablo A. Ramos

La Revista de Arena

"La arena como el tiempo es infinita y el tiempo como la arena borrará mis huellas y perderá mi rastro"