Me cansé de esperar el regreso de la avecilla blanca. Llegué a creer que existía esperanza de volver a ver sus tristes ojos que reflejaban la soledad que ella opacaba. Su canto aún lo puedo escuchar o ¿solo será mi imaginación? He llegado a creer que ya me olvidó.
Decidido a salir a buscarla, voy con las esperanzas arrastrándose, negándose a continuar, no me queda más qué seguir solo, recorrer los lugares por los cuales solía verla, se puede escuchar el silencio, la soledad, se puede oír el roce de las hojas, parece como si me quisieran decir algo, tal vez la última vez que te posaste sobre las ramas, la última vez que nos vieron juntos, o tal vez tratan de decirme que deje de buscar, que te has ido lejos para nunca volver.
Llegué a pensar en dejarlo todo, dejar la búsqueda atrás y regresar a casa y aceptar el fracaso, pero logré encontrarla, se veía radiante, hermosa, renovada. En ese momento me di cuenta de que todo este tiempo siempre estuvo bien y no hubo necesidad de volver a buscarme.
Por: Sebastián Aldaba de Lira

